Espero que le guste este final felíz a esa nena que perdió su corazón.
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Doña Flor se había levantado tarde ese sábado. Iba caminando apuradita y acongojada. La pequeña a la que cuidaba la estaba pasando
mal con sarampión. Se detuvo un instante
para sacar de su cartera el dinero del pasaje cuando cayó a sus pies un lindo
peluche. Doña Flor pensó que era una
señal de San Antonio, al cual había estado rezando por la salud de la nena. Su
rostro dio un giro con una sonrisa, tomó el peluche y cargándolo como un bebe
se lo llevo a su pequeña.
Doña Flor llego muy animada a la casa en la que trabajaba, subió al cuarto y
escondiendo el osito en su espalda se asomo con cuidado.
-Del cielo enviaron un ángel para que te cuide…
La enfermita recibió con alegría su regalo. El osito de peluche se convirtió en su mejor
amigo, la abrigo y le enjuago sus lágrimas muchas veces. El peluche pasó varios años como titular,
hasta que le tocó agarrar banca en una repisa, el ciclo de vida de todo juguete.
La nena se convirtió en adolescente y luego en mujer. Con el paso del tiempo, el peluche paso de la
repisa a una caja en el maletero, sin resentimiento, algún día estaría de nuevo
en manos cálidas.
Un día de esos, en los que Dios decide por fin hacer algo
con los asuntos pendientes de cada quien, en aquella casa donde había trabajado
Doña Flor hicieron una venta de garaje. Había
cosas diversas, muebles, candelabros, telefoneras, vajillas…y peluches.
La dueña de la casa estaba pendiente de su venta cuando de
repente ve una mujer espigada y elegante detenerse ante la mesa de los
juguetes. Tenía una cara de asombro muy
particular y los ojos vidriosos. La
señora se acercó a esta mujer y le dijo con voz amable que los peluches estaban
muy bien cuidados y no los quiso botar porque podrían seguir brindando alegría a
un niño. La mujer tomo en sus manos el osito de peluche y luego de ver la
etiqueta le extendió un billete a la señora.
-Ese osito es muy particular. Solo tiene una mancha en el revés del abrigo,
parece una A, pero es casi imperceptible.
La mujer sonrió y dijo:
- no hay problema, la A es perfecta!
-Disculpe la curiosidad, cómo se llama?
La chica menciono su nombre sosteniendo la sonrisa y
caminando emocionada hasta su carro con el osito en sus brazos.
-Ariadna.
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