Anoche me acurruqué en mi cama. Tenía miedo. Me vi sola
viendo a través de la ventana, sin nadie a quien llamar solo para decirle que
estaba triste, preocupada. No es bueno
quejarse todo el tiempo, nadie tiene el deber de ser paño de lágrimas, menos
cuando el sol está bien oculto y el paño no tiene tiempo ni de secarse.
Dormí unas 6 horas y de repente abrí los ojos, tenía frío.
Comencé a llorar. Quizás estaba llorando por una estupidez. Tal vez son varias
estupideces juntas. Y envié un mensaje a las 5am…a alguien al otro lado del
mundo. Contestaron.
Es reconfortante saber que alguien que no tiene ningún deber
contigo está abierto a escucharte…en este caso, leerte. Se fue el frio, no
porque los rayos de sol irrumpieran en el cielo, son dos cosas distintas el
frio interior y el frio externo. El escucha me hizo reír y cuando me di cuenta
que ya le había tomado suficiente tiempo, le di las gracias.
Llegando a mi empleo, me toca atender a un abuelito muy
conversador. No me di cuenta cuando se
sentó y sin querer, estaba yo riéndome de sus anécdotas, luego hablamos de
Hitchcock y Patricia HIghsmith. Hoy es uno de esos días en los que aprecie las
historias de alguien que ya ha vivido lo suficiente como para preocuparse por
lo que yo estaba preocupada.
Más tarde, llego una psicóloga que se declaro no
conversadora, pero se sentó un rato a brindarme respuestas sin yo
preguntar. Me gusta llamar a esto
señales, esas fuentes de respuestas en tu vida que llegan en el momento
adecuado, sin saberlo ellos mismos.
MI día comenzó con llanto y sigue bien. La vida es una rueda. A veces, quisiera bajarme y solo
observar. A veces, quisiera que girara
mas rápido para que los cambios no me dieran mareos. No puedo decir si estoy
arriba o abajo, pero con sus variantes, agradezco los grados que he progresado
hoy. Al final, también es cuestión de
girar nosotros en nuestro propio eje para tener distintas vistas de un mismo
paisaje.
Muy buenrelato, matiene el interés sin dar detalles GENIAL
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