Mamá decía que uno debía salir a la calle todos los días, porque no sabías qué te estaba esperando.
Estaba caminando tranquila por el centro comercial cuando tuve que
desviar la mirada. Reí. Era uno de esos grandotes que te sonrojan con su
presencia. Yo, seguia con la sonrisa boba. El, parado en una esquina.
A veces, sucede que me transporto a mi mundo de sueños, despierta.
Alguna imagen o situación es el detonante para pasarme el interruptor en
mi cabeza y conversar, a veces, discutir conmigo misma. Esta vez
recorde lo dulce de un "Buenos días" y un "Buenas noches"...una mirada
traviesa en una multitud, un corazón que late en tu oreja mientras
descansas en su pecho...un beso cándido. Quise verme riendo por sus
cosquillas, despertándolo al pasarle un mechón de mi cabello por su
nariz, descansar a su lado. Ser. Ser con él viviendo momentos cursis y
los reales también, siendo la escucha y la amiga.
Y vi que ese grandote no me puede dar nada de eso, porque lo que anhelo
no se compra, y este vacío no se llena con poliuretano color carne.
Quiero amor. Quiero sexo con algo que sienta y se conecte a un cerebro. Quiero ver unos ojos y no un control remoto.
Quizás un dia, resignada, traspase esa cortina negra. Aunque, me gusta
pensar que si la atravesaré riendo...tomada de la mano de ese ser de
carne y hueso que espero.
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