Una casa siempre guarda registros de sus habitantes, se impregna de sus emociones, su personalidad, sus manías. No alcanzo a imaginar la fuerza que percibió Jacqueline Goldberg en su visita a Villa Savoye para escribir Las horas claras.
Las horas claras es un libro muy bien trabajado. Es una amalgama brillante entre poesía y prosa, enriquecida con referencias históricas. Un texto contundente adornado con imágenes bien logradas. La historia gira en torno a la mujer que concibió su casa de campo, luchó por ella, esperó durante la guerra y fue despojada de su sueño. Una personalidad tenaz, con un recuerdo de la infancia que la atormenta. En la lectura, acompañamos a Madame Savoye en su ilusión, su impaciencia, tristeza y delirio. Las imágenes poéticas logran su cometido y emocionan al lector sensible.
No hay una heroína en la historia, son una mujer con su sueño, un arquitecto fanfarrón y un país en guerra. Preciosa como una flor de loto en una ciénaga, Las horas claras es una experiencia indispensable para el amante de la estética.
Mil gracias por esta hermosa nota, creo que la primera en salir. Sin dudar la hubiese puesto en la contraportada del libro. Un abrazo
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