De esta aventura en blogger gané a mi mejor amiga. Aunque no voy a fiestas, no bailo, no tomo
socialmente con la frecuencia de una mujer normal y soltera de 30, soy ácida y
a veces ermitaña, pues por alguna razón le agrado. Cosa curiosa que haya decidido acercarse a un
erizo como yo. Y más curioso aún que haya leído un libro muy parecido a mí y me
insistió hasta el fastidio que lo leyera. El libro que estoy leyendo se llama
La elegancia del erizo, de Muriel Barbery.
Hoy me pregunté cuántos erizos estaremos por allí, algo
malhumorados porque no somos tan populares y agraciados. Una persona erizo, por experiencia –y pueden
leer el libro para comprenderlo- se enconde tras una imagen de dureza, aún
cuando su interior sea muy blando. En el
libro, una “tosca” portera y una “ácida” adolescente tratan de burlar al mundo escondiendo su inteligencia.
La portera llamada Reneé tiene una sola amiga y la creen una vulgar
conserje. La amiguita, llamada Paloma, se encuentra en una crisis existencial a
los 13 años porque no le ve el sentido a la vida. La historia se compone de las impresiones de
estas dos personalidades muy similares.
Particularmente, disfruto mucho de los capítulos de la adolescente,
quizás porque tiene algunos de mis rasgos, como la ácidez en mis palabras. El punto culminante de la historia se alcanza
cuando llega un nuevo vecino al edificio, es un japonés muy sensible que sabe
Ver en estas dos mujeres la verdadera belleza.
No he terminado el libro, me han dicho que el final de Reneé no es
agradable…pero quise escribir esto pensando que Reneé es felíz, porque en la
página que la dejé anoche, lo es.
Mirando unos profundos ojos azules una noche en la gabarra
GP-23 de PDVSA escuché un mensaje que era muy importante para mi en el
2004. No recuerdo las palabras exactas
para citarlo, pero el mensaje era que tenía que ponerme “dura” o no iba a
sobrevivir en ese ambiente. Los obreros
de la gabarra me veían levantando una ceja.
En ese momento era una jovencita pálida, con mechas color miel y un tono
de voz bastante moderado. Hice mi mejor
esfuerzo para que me empezaran a tomar en serio. Con algo de práctica fui avanzando hasta
cambiar mi paso, mis ademanes y hasta mi tono de voz, mi lengua aprendió a
gesticular groserías, mis manos aprendieron saludos masculinos y un día llegó
la tan esperada frase “Eres uno de los nuestros, un macho más”. Cuando volví a casa, tuve que quitarme algo
del lastre, pero aún no logro quitarme la dureza en mi rostro. Muchas veces me han dicho que camino con el
ceño fruncido, con cara de “culo” como se conoce coloquialmente por estos
lares. A veces, cuando me pongo a pensar
en universos paralelos donde tengo otra vida que me hubiera gustado tener,
pienso en cuántas personas he espantado en estos últimos años. No me martirizo
al respecto, porque también sé que también espanto a las personas que no son
indicadas para mí, pero a veces duele.
No soy tan aburrida como cree la gente…y aún cuando en casa sólo tengo
CD´s de música clásica y lírica, también disfruto algo menos acartonado. Se acerca el 14 de febrero y como es de
esperarse, los erizos nos acurrucamos solos esa noche. Es sólo una fecha, pero es LA fecha, porque
ves desfilar ramos de flores, cajas de bombones y demás cursilerías que a una
le gustaría recibir. Y es en estas fechas cuando uno piensa que la vida no
debería ser tan complicada para los que decidimos ser como somos, sin estar
tratando de agradar al montón. Lastimosamente, ser auténtico tiene su precio y
no todo el mundo está preparado para serlo o para estar con personas
auténticas. Por eso los erizos somos
solitarios.
Sin embargo, quiero sonreír porque una vez en Los Roques,
con mi madre, vimos un grupo de erizos
en la orilla, el agua es muy cristalina y no es necesario googles para ver. Mi mamá sonrío y me dijo:
-Los erizos son muy bonitos, la gente les tiene miedo, pero
ellos no tienen la culpa de tener espinas, así los hizo Dios.
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