Cuando piensas que tienes la suficiente personalidad para
que no te importe lo que digan los demás, viene ese comentario, certero, con
toda la razón del mundo, de una persona importante y te golpea en la madre.
Al parecer, me veo como toda una mujer fácil y resbalosa. Llevo años sola, viviendo sola, y no tengo
mascota, ni hijos ni un vibrador. Por algún lado debe explotar mi necesidad de
cariño y, sin querer, me saboteo. Reparto abrazos por doquier, regalo
tarjetitas, pendejadas, envío sms, mensajes de whatsapp con emoticons y
mensajitos pajúos de palmaditas en el hombro y felíz día.
Puedo parecer que soy muy risueña y tengo una vida felíz, que
me acuesto con una sonrisa y me levanto sonriendo en la montaña saludando a los
pájaros. No es así. Paso fácil 12 horas sin hablar, las horas que no trabajo, enviando
mensajes de voz por mensajería para sentir que es más personal la
comunicación. Mucha gente me dice que
entre en servicio de voluntariado para drenar esto, pero hasta ahora no logro
convencerme de lo que me grita mi alma: Tanto he dado a otros y sólo me
gustaría recibir un poco.
Si me siento víctima en este momento, escribiendo este post
dramático porque a veces no es sólo ganas de contacto físico, sino de sentir a
alguien al lado. Si, le he dado a probar
tortas a hombres casados que sólo son amigos, o quizás ni eso. Es más un detalle conmigo que con ellos, es
lo que me salió en ese momento. Aunque
no se vea bien, aunque no lo pueda hacer frente a sus esposas porque me halaran
los cabellos al estilo prehistórico defendiendo a su macho.
Cuando mamá vivía volcaba todo mi instinto en ella. Ahora,
supongo que necesito una mascota o sencillamente, aguantarme las ganas, para no
parecer puta. Una puta que no tira ni
toca, menos disfruta. Una puta frustrada
que regresa a su casa cada noche y se dice al espejo: Someday. Algún día, podrás dar bocaditos, abrazar, mirar lindo y guiñar el ojo. Quizás si, quizás no.
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