Hace unos días vi un video de un grupo de “universitarios”
que quisieron expresar su descontento por las migraciones actuales. Siempre digo que no se trata de lo que digas,
sino como lo dices. En el video veo a la
generación de relevo gritándole a la ciudad que es una mierda, diciendo que la
convertiría en origami para voltearla y sacar a todos sus habitantes. Si alguno
de los chicos que participaron en ese video lee esto: Chicos, que decepción.
Estoy decepcionada porque esos son los comunicadores del futuro,
generalizando. Tienes una buen equipo de grabación, un buen tema y haces algo
que no aporta en absoluto. Me pregunto
qué nota tuvo el “documental”...
Crecí en Las Mercedes, cuando aun no era una zona de
actividad gastronómica. Recuerdo mi hora
de juegos en un parquecito que estaba en lo que ahora es la Plaza Sadel. Los domingos me llevaban a Caricuao, a la
casa de mis abuelos. Recuerdo los
autobuses, la ruta larguísima para llegar de un polo a otro, desde pequeña
recuerdo el tráfico, las cornetas y las mentadas de madre de los conductores.
Luego nos mudamos a La Candelaria, recuerdo el mercado Guaicaipuro y el de
Quinta Crespo, el Museo de los Niños, Bellas Artes y el Museo de Ciencias. La visita a los siete templos cada Semana
Santa, el jugo de caña en la esquina de la Iglesia Las Mercedes y las caminatas
por las tardes hasta el centro, solo para estirar las piernas, como decía mama.
También recuerdo los paseos a Sabana Grande, el teatro Chacaíto
y el teatro Tilingo, el Teresa Carreno y el Aula Magna. Los domingos de subida al cerro y luego los
paseos al teleférico. Las travesías
hasta Santa Paula por mi oftalmóloga y ahora la travesía hasta el Hatillo por
mis bombones preferidos: Blue moon.
Hanssi y la chicha de la esquina de la Plaza Bolivar.
También tienen un espacio en mi memoria la Quinta Anauco y
el Parque del Este, del Oeste y Los Chorros.
La transformación de terrenos en Centros Comerciales que ahora nos
alojan. Los edificios que me vieron crecer llenos de filtraciones y graffitis.
Y todo el tiempo de fondo, mi gran montaña, donde me dieron mi primer beso y
donde descansan los restos de mi madre.
Recuerdo ser una caraqueña del Oeste, del Este y ahora del
Sur, porque vivo en Las Acacias. En mi
cabeza no existen zonas prohibidas de mi ciudad, he andado por los barrios de
Propatria y por los barrios de las Adjuntas en jeep, he andado por el Country y
por la Lagunita en taxi. Lo que no recuerdo eran tantos barrios hasta el tope
de la montanita y tanta miseria, las invasiones y andar con miedo. No recuerdo
un metro donde estuvieras tirándote al piso por balas, tampoco recuerdo gente
comiendo en los vagones, y mucho menos empujándonos como bestias por un asiento
destartalado.
Y ustedes dicen que esta ciudad es una mierda. No, Caracas no es una mierda. Caracas es una ciudad noble que solo sufre
las consecuencias de nuestra mierda interior, la mierda de sus habitantes. Unos habitantes que nos desentendimos del
gobierno en una época, que arrojábamos a los rellenos sanitarios cocinas y
lavadoras aun en buen estado solo porque llegaron las utilidades. Unos habitantes que quisieron darle una
lección a los adecos y se hundieron ellos mismos por creer en un mesias.
Venezolanos todos que metimos la pata, aunque era necesario aprender. Unos caraqueños que vieron una ventana rota y
no hicieron nada, y por eso Caracas (y Venezuela entera) se fue opacando,
cambiando su verde por graffitis, su trinar de pajaros por cornetas y
alarmas. Pero Caracas sigue allí, solo
hay que verla por un huequito, caminarla y conocerla para saber que puedes
soplar el polvo y disfrutarla. Con sus
defectos, con sus trabajos pendientes, tenemos una ciudad verde, con mucho por
construir y mucho por querer. Porque aun hay caraqueños que reciclan, que se
arriesgan y emprenden. Aun hay lugares
de moda y formas de evadir el tráfico de vez en cuando. Aun hay ánimos de hacer ciudad y de quedarse. La parte mas difícil es quitarnos el lastre
de la mente, ese lastre que ustedes los chicos del Este del Este tienen, que
dicen que todo esta jodido y por eso se van para salvarse. Sálvense, váyanse lejos, y cuando no puedan
pasar las luces rojas a diestra y siniestra, evadir impuestos, caerse en la
calle sin que nadie les ayude, extrañen la fruta que cae del árbol y el sol que
daba en su ventana, allí quizás van a decir, que con mierda y todo, terruño es
terruño. Quizás allí se den cuenta que
cuando solo ves mierda a tu alrededor es que reaccionas y solo te queda subir,
barrer y empezar a construir.
Chicos, el jardín del vecino siempre parecerá más
verde. El meollo del asunto es que
desees ponerte los guantes y trabajar un poco tu tierra.
Cuantos lugares uno ha caminado en esta ciudad como Caraqueño, que se dice pequeña pero con infinidad de lugares y la diversidad de identidades. Hay muchos lugares interesantes que tienen su historia y que uno con unos años encima no termina de conocer. He caminado lugares hermosos, lugares feos (en donde me he encomendado al señor), pero en general Caracas es una ciudad que es como Venezuela, nos ofrece de todo, y donde esta maltratada por aquellos moradores carentes de amor por la tierra que pisa. Buen post... Salu2... R3dbv11
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