Saturday, January 18, 2014

El último encuentro o mi acercamiento al diamante

A pesar de vivir en un país de fanáticos del béisbol y a seis cuadras del Estadio Universitario, sufriendo así las trancas por la temporada cada año, nunca me vi envuelta en esta pasión. He observado divertida diversas conductas de los admiradores de distintos equipos, me río de la rivalidad Caracas-Magallanes y la considero parte de la idiosincrasia venezolana, pero desconocía toda la estrategia detrás de la pequeña pelota de cuero.
Al comenzar a leer El último encuentro de Humberto Acosta supe que necesitaba las bases para entender los términos técnicos. Considero que es un libro de culto. He visto altares de fanáticos y estoy segura que este libro se puede ganar un buen lugar al lado de una pelota firmada. Está escrito como tal, para los amantes de este deporte. No tardé en conseguir quién me diera una explicación for dummies y para hacer más divertido mi acercamiento, las nociones básicas me las enseñó un poeta. 
Armada con mis anotaciones, me embarco en un viaje muy interesante a la década de los 60`s donde nuestro autor arma de manera casi cinematográfica la rivalidad entre los jugadores estrella  que nos ocupan.  Una redacción impecable, diseño innovador y muy cuidado que se agradece. Desde el tipo de papel hasta el juego con las tipografías, Acosta nos lleva justo detrás del home a ser testigos de una de las rivalidades más famosas y polémicas de la historia del béisbol. Me encantó el tono del autor, que se mueve entre el narrador profesional y un admirador muy especial que guarda sus recuerdos más preciados. Humberto Acosta se muestra imparcial ante los dos astros. Las anécdotas del admirador  dejan ver  su lado humano y el narrador argumenta sus hazañas. Un detalle para los admiradores de Koufax es la  imagen de una carta que recibiera el autor en agradecimiento por sus múltiples artículos donde el célebre lanzador es el protagonista.
No tengo duda que los fanáticos venezolanos agradecen este esfuerzo editorial y sabrán retribuirlo. Hay un vacío editorial en libros de culto venezolanos, y ya era hora que alguien  la sacara del campo.



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