Lo primero que vi al entrar al vagón fue esa imagen tierna de comercial del Día de la Madre: una mujer amamantando a su bebito. El bebe tendría pocos meses, era muy pequeño. Sin embargo, muy inquieto, cuando termino de darle pecho el bebito reía y emitía sonidos graciosos. La joven madre (no llegaba a los 25) empezó a jugar y a hablarle al peque en juego. Yo, por supuesto, con cara de boba con la pequeña criatura, aun cuando iba de pie.
Siempre he pensado que una persona que no se conmueve con un bebe no es de fiar, mucho menos mujer. Había una energía discordante que me perturbaba, y comencé a mirar a las personas sentadas y paradas alrededor de la madre. Unos iban con los ojos cerrados, otros leyendo cualquier cosa, otros conversando con el de al lado, y allí estaba esa señora, mayor que yo, con el ceno fruncido y la vista fija en el bebito. No entiendo como puedes tener el ceno fruncido ante un bebito. Aun si el bebito te vomita, entiendes que aun no puede manejar sus actos y te preocupas mas por ese ser que por tu ropa manchada. Y esta mujer tenia esa mirada tan fuerte y tan penetrante. Ahora entiendo a lo que se refieren las mujeres de mi familia cuando hablan del mal de ojo….
Llego nuestra estación de desembarco y me aparte para que pasara la chica con su bebe, pero esta señora de mirada pesada también iba de salida, y no contemplo que delante de ella tenían a un bebe en brazos, salio como mejor pudo y empujo a diestra y siniestra. Como fue de esperarse, la joven comenzó a reclamarle, pero la señora solo la mira de reojo y quizás movió los labios. Alcance a la chica y le dije con una sonrisa:
-Perdónala, quizás ella no es madre. Vi como te miraba en el vagón…
La chica me mira y me dice:
-Yo también me di cuenta. Si no es madre, muy triste por ella, yo me gozo mis 3 muchachos!
El comentario me hizo gracia por aquello de gozar los muchachos, sobretodo viniendo de una joven menor que yo y que se ha “gozado 3” También me dio pena. Por mi, por no saber que se siente. Por aquella mujer que se perdió entre la multitud con el ímpetu del que huye, por no saber manejar su frustración.
En los últimos anos he llorado varias veces por este asunto, pero hoy me di cuenta que el pensamiento que tuve mientras observaba a esa mujer malhumorada es un avance. Es posible que las dos deseáramos estar en el lugar de esa joven, quizás ella lo tuvo y lo perdió, pero yo decidí disfrutar esa risa infantil por un segundo y sonreír.
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