Veo mi ciudad con tristeza. La veo como conjunto, como un ser enfermo, con achaques. Tiene organos sanos, pero el cancer se apodera poco de poco de los espacios.
Cierro los ojos y recuerdo pocos transportes, lustrosos, asientos orgullosos y paredes impecables. Veo el imponente Capitolio, brillante y con honra. Veo la estatua de Simon Bolivar en la plaza que tanto me gustaba, aquella donde me llevaban a dar de comer a las ardillas y podia correr tras las palomas. Usaba mis zarcillos de oro, la cadena con una placa de mi bautizo del mismo metal noble y no pasaba nada. Usaba zapatitos de patente y me tropezaba por mi pie plano, no por los huecos de las aceras. Recuerdo salidas nocturnas, helado en la madrugada en el CCCT. Recuerdo un autocine al cual llegar en la maleta del carro porque no podia entrar de otra manera. Recuerdo ver la luna y las estrellas desde Plaza Venezuela. Caminar Sabana Grande. Asombrarme con los elefantes del Zoologico Caricuao y recuerdo caras sonrientes por doquier. Recuerdo hallacas brindadas en noche buena. Puertas abiertas. Solo sonidos de fuegos artificiales…
Poco a poco aprendi a quitarme los zarcillos de oro, a estar en zapatos deportivos para no caerme y esquivar los charcos. Tuve que aprender a no confiar. Ya la Plaza no es mia. Vi animales desaparecer. Tuve que aceptar que existe la indigencia, el hambre, la miseria…aprendi a tener miedo.
Toda sociedad tiene que cambiar, porque es inevitable la evolucion, pero que pasa cuando es involución? Que pasa cuando el rebano va en sentido equivocado hacia un precipicio. Solo veo borregos, borregos resentidos y nublados por la miseria de espiritu.
Recuerdo caminar con una bandera, recuerdo cuando habia valor para reclamar el bien comun. Recuerdo cuando el pais no seguia a uno solo, o puede que si hubiera uno, pero era el de turno, el que se iba a ir en un periodo e iba ser reemplazado a voluntad. Recuerdo a Venezuela heterogenea. Recuerdo matices.
Hoy me veo a mi misma como el elefante del cuento famoso, ese que encadenaron siendo muy pequeño, y cuando crecio dejo de luchar. Un dia le removieron la cadena, pero permanecia alli, inmóvil, porque en su cabeza estaba todavía encadenado.
Nos veo asi. La cadena esta podrida. El tiempo ha hecho lo suyo. Y ahora que nos toca a nosotros hacer lo propio, nos quedamos inmoviles, porque creemos que esa cadena nunca va a ceder.
Me gustaria mover la pata otra vez...
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