Monday, May 16, 2011

Huérfanos

Tengo fama de amargada por discutir cuando las cosas no se hacen de acuerdo a las normas. La gente se molesta porque no hago la “excepción”, pero que sucede cuando la excepción es la regla? Anarquía.

Y como nos encanta criticar la anarquía. Los venezolanos nos quejamos de las colas, nos quejamos del alto costo de la vida, nos quejamos por la inseguridad, nos quejamos porque el vecino tiene la música a volumen alto, vivimos quejándonos y nos quejamos viviendo. Pero esos mismos que nos quejamos, somos los que nos coleamos en las colas del metro, entramos al vagón empujando aún cuando estamos conscientes de que el espacio es menor que nuestro volumen. Ese que se queja es el que pasó “bajo cuerda” la infracción o el papeleo, ese mismo que le pide a la anciana Bs. 6000 para agregarla al archivo del Seguro Social, cuando eso es un derecho. El que se jacta de ser humilde, pero honrado, roba luz y hasta tv por cable, y saqueó en el Caracazo un televisor gigante. Así somos todos, me incluyo. Tenemos esa falsa moral que nos incita a raspar los zapatos en las marchas, pero no nos permite recordar como apoyamos cada proceso que nos llevó a este barranco y como alzamos cual cordero de oro al político de turno.

Y pienso en el fondo de todo esto. En la casa. En ese niño que no tiene padre y tiene una madre que está afuera mas de 16 horas, sólo 4 de esas horas en un transporte público en quien sabe que cola. Ese niño que no tiene ejemplo, que no tiene referencias conservadoras y sólo observa como crecieron los que una vez estuvieron como él, solos en una selva sin guía, sin una mano que les indicara por donde ir, y para las mentes débiles el mejor camino es el que ya está podado y se ve de un color ostentoso. Los veo de frente a un mundo que no para, sin una voz conocida que les hable de sus errores pasados, sin esa mano pasada por la frente que da seguridad, sin una base espiritual, porque no puede existir un Dios en un mundo donde la vida vale un teléfono celular. Siempre rodeado de “No hay” “No puedes” “Nada”.

Y me veo yo niña, con mamá a toda hora, teniéndome paciencia con mis berrinches y enseñándome lo que podía. Veo un padre que si bien no estuvo en todo momento, ahora entiendo que cumplió su rol de enseñarme patrones de conducta, normas básicas de convivencia y una escala de valores que a la nueva generación le parece extraña. Veo al niño resentido porque ve a mi niña con juguetes que el quizás nunca tenga. Lo veo mirándome con rabia, porque no entiende, porque no pidió nacer en ese ambiente. Nadie elige nacer en ese ambiente, porque ese ambiente es producto de las malas decisiones de otros. Y esa rabia se aloja muy adentro y explota cuando ese niño obtiene un poder, entiéndase por poder desde un arma hasta una silla presidencial.

Que clase de sociedad puede resultar de generaciones con moral en detrimento?

Un niño es un lienzo en blanco. Fuera de discusión religiosa, de karma y afines, lo que su entorno marque en él resultara en ese cuadro que mas tarde formara parte de la sociedad. Y una sociedad con bloques podridos en sus cimientos nunca puede ser desarrollada.

Esto ya es un cliché. Los niños son el futuro. Todos lo repetimos y creemos que porque enviamos a los niños a la escuela les estamos asegurando una buena vida. Quizás, es parte, pero también he visto niños de familias acomodadas con valores invertidos y eso tampoco sirve, no del todo.

Es utópico pensar en la sociedad perfecta, somos humanos y como tal tenemos nuestro lado salvaje, que aún no dominamos. Si domináramos ese lado, no hubieran crímenes pasionales, violencia doméstica ni maltrato infantil, mucho menos las atrocidades que son tabú. Pero podríamos imaginar, como dice la canción, una sociedad más justa, más humana, y eso sólo se logra con consciencia. Consciencia en nuestros actos. Esa consciencia permite que les brindemos la educación – además de la instrucción- a los pequeños. Siendo conscientes inculcamos consciencia. Siendo conscientes, disminuyen los embarazos adolescentes, los crímenes y los vicios. Una mente consciente es mas fuerte ante las tentaciones que siempre van a existir, y sabrá afrontar mejor la vida.

El problema es que desarrollar una mente consciente necesita ayuda, modelos básicos de padre y madre. Criando huérfanos somos un huésped más. Quizás lo peor es que esperamos que ellos nos salven de este círculo vicioso y no hemos entendido que el futuro deriva de su presente.

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